Invisibilidad estadística y brechas de información

Conoce los desafíos en la recolección de datos en asentamientos populares de Lima Metropolitana

Introducción

El paisaje urbano latinoamericano actual revela una realidad innegable: los asentamientos humanos emergen como testimonios vivos de profundas desigualdades socioterritoriales en las distintas ciudades. La carencia de información sobre estos espacios trasciende lo meramente técnico para representarse como una manifestación estructural de inequidades históricamente arraigadas. Esta realidad configura una paradoja territorial significativa: mientras estos asentamientos ocupan más del 70% del territorio metropolitano, en numerosas urbes latinoamericanas, su presencia tangible contrasta agudamente con una invisibilidad estadística que socava cualquier intento de gestión urbana efectiva (Calderón, 2016). La dimensión de esta brecha informacional cobra especial relevancia al examinar casos emblemáticos como Lima Metropolitana, donde más de 200 asentamientos subsisten al margen de los registros oficiales municipales (TECHO, 2018).

Este escenario demuestra que existe una invisibilidad sistemática entre precariedad habitacional y vulnerabilidad socioambiental, urgiendo en la necesidad de la implementación de instrumentos innovadores para el relevamiento y análisis territorial. Herramientas que puedan tener la capacidad de ser catalizadores decisivos para superar las limitaciones vigentes y que la obtención de datos se dé de una manera eficiente. El horizonte de estas problemáticas desborda los límites de la mera recopilación estadística. La construcción de información fidedigna sobre asentamientos populares es un elemento fundamental para diseñar políticas públicas efectivas, priorizar inversiones en infraestructura y mejorar los servicios esenciales (Espinoza & Fort, 2020).

En el devenir de las últimas décadas se ha intensificado la complejidad del fenómeno urbano informal en Latinoamérica. Está ha gestado morfologías territoriales cada vez más intrincadas. La actualidad demanda un proceso evolutivo que resulte en una renovación radical en los instrumentos de diagnóstico o gestión, permitiendo superar aproximaciones simplistas heredadas del pasado (Abramo, 2012). La transformación paradigmática del análisis territorial exige no solo el refinamiento instrumental sino también una reconceptualización de los conceptos de desarrollo urbano en los distintos asentamientos en latinoamérica. En ese sentido, el concepto de brecha informacional plasma alguna de las nuevas dimensiones del fenómeno que se está viviendo, lo que devela cómo las asimetrías permean no solo la disponibilidad de datos sino también su acceso, producción y utilización en territorios populares (Hernández & Mendoza, 2018). Todos estos elementos exhiben estas fracturas en la atomización de competencias administrativas, la ausencia de protocolos estandarizados y las limitaciones técnico-operativas institucionales que enfrentan cada una de estas unidades urbanísticas (ya sea gobiernos o municipalidades).

Los paradigmas contemporáneos apuntan hacia la mejora de lecturas reduccionistas del entendimiento del territorio, promoviendo marcos conceptuales que conciben la producción informativa como un proceso sociopolítico multidimensional. Esta aproximación reconoce y valora la pluralidad del conocimiento territorial, integrando saberes locales tradicionales mientras propicia diálogos fecundos entre diversas formas de comprensión y registro de la realidad urbana (Carrión & Dammert, 2019). En síntesis, el panorama contemporáneo presenta retos singulares ante la aceleración de las dinámicas de ocupación informal; con ello, el surgimiento de nuevas manifestaciones de precariedad urbana exigen sistemas de obtención de datos más sofisticados y adaptables a los distintos contextos. La confluencia entre vulnerabilidad socioambiental creciente, intensificación de conflictos territoriales y emergencia de patrones inéditos de informalidad exige una serie de respuestas más territorializadas y efectivas, capaces de abordar la complejidad del fenómeno en toda su magnitud (Espinoza & Fort, 2020).

Problemática de la recolección de datos

Fuente: Techo Perú

En la actualidad, la recopilación de datos en asentamientos populares enfrenta un conjunto de desafíos interconectados que obstaculizan la generación de información fidedigna como ya se ha mencionado, donde las dinámicas de ocupación y metamorfosis territorial desbordan los parámetros convencionales de relevamiento estadístico (Calderón, 2015). Tales complejidades conforman el sustrato inicial de los retos en la captura de información. El proceso constante de cambios al interior de estos asentamientos se convierte en una dificultad inherente que evidencia las limitaciones de instrumentos concebidos para contextos urbanos formales desde los distintos entes de gobierno. Es así que este dinamismo territorial provoca una obsolescencia acelerada de la cartografía oficial, mientras la plasticidad de los límites habitacionales y la incesante fragmentación predial trascienden las categorías tradicionales de registro censal (Riofrío, 1991).

Otro gran problema que enfrenta la recolección de datos es en el tema referido a las barreras físicas en el proceso de relevamiento. La conjugación entre topografía adversa, precariedad vial y ubicación periférica configura un escenario que entorpece sustancialmente el trabajo de recolección de información en terreno. Este panorama se complejiza al entrelazarse con deficiencias en el transporte público y consideraciones secundarias que impactan en los equipos de campo (Fernández-Maldonado & Bredenoord, 2010). Es por tal motivo que el entramado de informalidad administrativa añade capas adicionales de complejidad al proceso. La ausencia de registros oficiales unificados, sumada a la multiplicidad de situaciones jurídicas, genera un laberinto burocrático que obstaculiza el relevamiento consolidado de información. Esta realidad se cristaliza en la superposición de derechos territoriales, obsolescencia de padrones poblacionales y proliferación de sistemas paralelos de registro que fragmentan la información territorial y que añade múltiples actores a una recolección que ya es, de por sí, tediosa (Espinoza & Fort, 2020).

Este conjunto de elementos generan, en su conjunto, resistencias significativas hacia los procesos de relevamiento, los cuales se encuentran anclados a una memoria colectiva de exclusión y estigmatización. Esta desconfianza, lejos de ser infundada, se nutre de experiencias adversas con instituciones y el temor latente al uso de información como instrumento de control o desplazamiento (Felsenhardt & Villagra, 2015). En gran parte de las comunidades de Sudamérica se exhiben fragilidades notables tanto en su estructura organizativa como en sus capacidades técnico-operativas en términos de recolección de datos. Está maraña burocrática, junto a la ausencia de protocolos específicos para territorios informales erosionan la efectividad de las estrategias de relevamiento (Sanchez, 2020). Esta debilidad institucional se amplifica por la escasez crónica de recursos que desvaloriza todo el proceso.

Además, la precariedad presupuestaria se manifiesta en múltiples dimensiones: equipamiento tecnológico obsoleto, restricciones en la contratación de personal especializado y limitaciones en el procesamiento analítico de datos. Este círculo vicioso compromete inevitablemente la continuidad y rigurosidad de los procesos de relevamiento (Guardia, Robert & Vega Centeno, 2017). Con este último elemento y la multiplicidad de actores, en ausencia de mecanismos efectivos de coordinación, genera una duplicación sistemática de esfuerzos y vacíos informativos críticos que en ocasiones incurren en la obtención de un mismo conjunto de datos pero que resultan en valores completamente distintos. En efecto, está fragmentación cristaliza en iniciativas superpuestas, sistemas informativos desconectados y barreras en el flujo de datos entre niveles gubernamentales resulta en una caracterización, inconclusa, incoherente y deficiente de los asentamientos Latinoamericanos (Pírez, 2016).

Impactos de la falta de información

La ausencia de información sobre asentamientos populares impacta directamente en las oportunidades para una correcta planificación y gestión urbana. Notablemente, la invisibilidad estadística de estos territorios conduce a su persistente exclusión de los instrumentos de planificación, perpetuando así ciclos de marginalización espacial y agudizando las brechas existentes en el desarrollo urbano. De modo particular, este fenómeno impacta en la capacidad de dimensionar la demanda real de suelo urbano y prever el crecimiento informal, lo que resulta en una inadecuada zonificación y asignación de usos del suelo que compromete la integración efectiva de estos territorios con la trama urbana formal y que reproduce ciclos constantes de ocupación informal (Rodriguez, Belso & Díez-Vial, 2021).

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Bajo estas circunstancias, la falta de información precisa sobre asentamientos en zonas vulnerables compromete drásticamente la capacidad de prevención y respuesta ante desastres que enfrentan las distintas zonas. Como consecuencia directa, la limitada identificación de zonas de riesgo y la ausencia de planes de mitigación específicos exponen inevitablemente a estas poblaciones a niveles inaceptables de vulnerabilidad, situación que se intensifica debido a la inadecuada preparación ante emergencias y la respuesta ineficiente en situaciones de crisis (Lavell, 2009). Desde otra perspectiva, la carencia de datos confiables repercute directamente en la dotación de servicios esenciales. En efecto, la ausencia de información precisa sobre la demanda espacial de necesidades básicas desemboca en una provisión ineficiente y desigual de servicios. Podríamos hablar específicamente del caso del agua y saneamiento que al ser los servicios más costosos de implementar resultan en la inexistencia de los mismos. Esto se materializa en que, ante la falta de los mismos, existe un sub-dimensionamiento sistemático de las redes de infraestructura, manteniendo así la dependencia de sistemas informales que implican mayores costos para la población (Calderón, 2021).

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Por su parte, el sector energético manifiesta impactos análogos, donde la falta de información deriva en conexiones informales riesgosas. En este contexto, la sobrecarga de redes existentes y la deficiente calidad del servicio se han transformado en características inherentes a estos territorios. Esto ha ocasionado condiciones de precariedad que afectan simultáneamente a habitantes y empresas prestadoras del servicio. Cabe señalar que esta situación se agrava considerablemente por la ausencia de datos precisos sobre patrones de consumo de la población (Lazcano, 2005). A nivel de políticas públicas, la formulación de proyectos que respondan a estas problemáticas se encuentran severamente restringidas por la falta de información confiable. De manera preocupante, la ausencia de evidencia produce que el conocimiento empírico conduzca hacia políticas descontextualizadas que no responden efectivamente a las necesidades reales de la población. En consecuencia, esta situación se refleja en una inadecuada focalización de intervenciones, subestimación de recursos necesarios y objetivos poco realistas que comprometen la efectividad de los programas implementados (Rodríguez & Sugranyes, 2017).

En el ámbito presupuestal, el impacto resulta igualmente significativo. De forma sistemática, el subfinanciamiento crónico de estos territorios persiste debido a la imposibilidad de justificar inversiones basadas en datos concretos y que respondan a una mayor cantidad de población. La falta de capacidad de obtención de información de territorios más extensos obliga a las distintas entidades a responder con pequeños proyectos a investigaciones muy localizadas que son la respuesta a la propia incapacidad presupuestal. Por ende, la ineficiente distribución de recursos y la limitada capacidad de gestión resultantes ahondan las brechas de infraestructura existentes, generando un círculo vicioso de precariedad y exclusión (Espinoza y Fort, 2020).

En términos humanos, el impacto más directo y significativo se evidencia en la calidad de vida de los habitantes. Indiscutiblemente, la invisibilidad estadística se traduce en una perpetuación de condiciones de vida precarias y en la intensificación de vulnerabilidades múltiples. Bajo estas condiciones, la exposición prolongada a riesgos sanitarios, el limitado acceso a servicios de salud y la prevalencia de enfermedades prevenibles se establecen como características estructurales de estos territorios. Esto produce un impacto intergeneracional en el bienestar de la población (Zolezzi, Tokeshi & Noriega, 2005). Para concluir, los efectos en la economía familiar resultan igualmente devastadores. En la práctica, los mayores costos en servicios básicos, la dificultad para acceder a créditos formales y la pérdida de oportunidades laborales conforman una constante en el desarrollo de estos territorios. Este panorama de exclusión económica se agudiza por la imposibilidad de demostrar que estas condiciones de vida y necesidades específicas se convierten en los distintos agravantes. Consecuentemente, esta situación contribuye a la persistente reproducción de ciclos de pobreza y marginalización (Quispe , Avila & Makedonski, 2021).

Análisis de las fuentes existentes

Cada cierto periodo, los censos nacionales son realizados por los distintos institutos de estadística en América Latina, y cada vez que se realizan estos presentan limitaciones significativas para el análisis de asentamientos populares. Los diseños metodológicos tradicionales no están adaptados para capturar la complejidad y dinamismo de los territorios informales, resultando en un subregistro de viviendas en zonas informales y una dificultad inherente para identificar unidades censales en tramas urbanas irregulares. La periodicidad decenal de estos instrumentos resulta finalmente inadecuada para captar las transformaciones aceleradas que caracterizan a estos territorios (Calderón, 2016). Estas fuentes censales evidencian vacíos críticos en aspectos fundamentales de la realidad de los asentamientos humanos. La ausencia de datos sobre tenencia informal, la falta de información sobre servicios auto proveídos y la limitada caracterización de tipologías constructivas generan puntos ciegos significativos en la comprensión del dinamismo que enfrentan las poblaciones en estos lugares. Esta situación se agrava por la escasa información sobre riesgos ambientales y la insuficiente documentación de las formas de organización comunitaria que sostienen estos espacios (Fernández-Maldonado, 2019).

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En el caso de la información municipal, u otra entidad de gobernanza media, sobre asentamientos populares se caracteriza por su fragmentación y heterogeneidad. Cada gobierno local maneja sus propios criterios y sistemas de registro, dificultando la construcción de una visión integrada del fenómeno fomentando, como anteriormente se comentó, que los proyectos solo beneficien a unos cuantos. Los padrones desactualizados de posesionarios, los expedientes incompletos de regularización y la información dispersa entre diferentes áreas administrativas configuran un panorama de desarticulación que obstaculiza la gestión efectiva de estos territorios (Ludeña, 2006). Con ello, los instrumentos de planificación municipal reflejan y reproducen estas limitaciones. Los planes urbanos vigentes frecuentemente no incorporan adecuadamente los asentamientos informales, mientras que la zonificación propuesta rara vez refleja los usos reales del suelo en estos territorios. La situación se agrava por la existencia de catastros desactualizados y la ausencia de sistemas de monitoreo que permitan registrar las transformaciones territoriales en tiempo real (Riofrío & Cabrera, 2010). En contraposición a ella, la producción académica sobre asentamientos populares no se ha visto exenta a este problema, si bien significativa, presenta sus propias limitaciones. Existe una rica tradición de investigación urbana que, sin embargo, no siempre logra traducirse en sistemas de información utilizables para la gestión. Los estudios históricos sobre barriadas, los análisis de movimientos urbanos populares y las investigaciones sobre procesos de auto-urbanización han generado conocimientos valiosos que frecuentemente permanecen en el ámbito académico sin lograr permear las prácticas de gestión territorial (Takano & Tokeshi, 2007).

Actualmente, las investigaciones han ampliado el horizonte de comprensión sobre estos territorios. Los estudios sobre mercados informales de suelo, análisis de vulnerabilidad urbana e investigaciones sobre densificación informal han aportado nuevas perspectivas y metodologías. Sin embargo, la fragmentación de estos esfuerzos y la limitada articulación con los sistemas oficiales de información reducen su potencial impacto en la política pública (Espinoza & Fort 2020). Finalmente, las organizaciones de la sociedad civil han desarrollado iniciativas valiosas de producción de información, aunque frecuentemente dispersas y de alcance limitado son de las pocas entidades que demuestran una gran cercanía a la obtención real de datos en estos asentamientos. Las metodologías innovadoras de relevamiento participativo implementadas por ONGs y organizaciones sociales complementan las fuentes oficiales, aportando perspectivas y datos que emergen desde el territorio mismo. Los mapeos comunitarios, diagnósticos participativos y estudios de caso en profundidad han generado información valiosa sobre aspectos frecuentemente invisibilizados en los registros oficiales (Silva  & Cleuren, 2019). La información especializada producida por estas organizaciones aborda dimensiones críticas como la gestión del riesgo, el mejoramiento barrial y el acceso a servicios básicos.

Propuestas y recomendaciones

Teniendo en cuenta la naturaleza compleja de los asentamientos populares hace imperativa la evolución hacia metodologías innovadoras que superen las actuales limitaciones en la recolección de datos. Al respecto, la implementación de aproximaciones metodológicas debe conjugar rigurosidad técnica y comprensión profunda de las dinámicas territoriales específicas, amalgamando técnicas mixtas como las recogidas por las instituciones educativas e, incluso, las ONGs que capturen así la multidimensionalidad de la realidad territorial. Como resultado prometedor, la implementación gradual y la jerarquización de variables críticas se constituyen en pilares fundamentales para edificar sistemas de información robustos (Hardoy, 2017; Ziccardi, 2008). Al examinar el panorama tecnológico actual, las herramientas geoespaciales inauguran posibilidades sin precedentes para el relevamiento de información. Sobresale especialmente su capacidad para documentar la complejidad territorial con extraordinaria precisión y minuciosidad. La integración de tecnologías como drones para levantamiento topográfico, imágenes satelitales de alta definición y procesamiento en la nube revoluciona nuestra capacidad documental. Sin embargo, la clave del éxito reside en entretejer estas innovaciones con procesos participativos que aseguren su arraigo, permanencia y representación correcta de la realidad (Buzai, 2014).

El protagonismo comunitario constituye un elemento integrador para garantizar la autenticidad y legitimidad de la información generada. La incorporación activa de los residentes no solo enriquece la calidad de los datos sino que cataliza procesos de apropiación y autodeterminación local. Las experiencias demuestran que la conformación de equipos mixtos de relevamiento, el empoderamiento de liderazgos locales y las metodologías de mapeo colaborativo superan eficazmente las restricciones de los métodos convencionales (Ziccardi, 2008).La construcción de capacidades técnicas, operativas y gerenciales resulta indispensable para mantener actualizada la información territorial.

Fuente: Techo Perú

En esta línea, la articulación entre programas especializados de formación, intercambios de experiencias y acompañamiento técnico debe complementarse con marcos normativos actualizados y protocolos estandarizados que permitan una gestión eficaz (Fernández Wagner, 2004). Así, la arquitectura del conocimiento adquiere relevancia estratégica en este escenario. Los repositorios centralizados, unidos a comunidades de práctica y sistematización de experiencias, configuran una base sólida de saberes sobre asentamientos populares. (Espinoza & Mancilla, 2015). El desarrollo de recursos pedagógicos y redes de colaboración técnica potencia la diseminación de prácticas exitosas y aprendizajes acumulados. En el terreno de la innovación, los ecosistemas tecnológicos integrados despuntan como instrumentos transformadores. La convergencia entre observatorios urbanos digitales, tableros interactivos y sistemas de alerta temprana amplifica exponencialmente nuestra capacidad de monitoreo y respuesta frente al dinamismo de estos entornos. Este entramado tecnológico cobra mayor sentido al incorporar aplicaciones móviles y plataformas de mapeo colectivo que estimulan la participación ciudadana (Borja, 2012).

La materialización de estas iniciativas demanda una hoja de ruta estratégica con horizontes temporales diferenciados. La etapa inicial debe concentrarse en mapear capacidades existentes y validar metodologías innovadoras mediante proyectos piloto. Los ciclos intermedios apuntarán a la multiplicación de experiencias exitosas, mientras que el horizonte extendido debe apuntar hacia la institucionalización y el desarrollo de políticas específicas (Riofrío, 1991). Para garantizar estas propuestas, la sostenibilidad económica se define como el factor crítico para la viabilidad de estas propuestas. La confluencia entre asignaciones presupuestarias específicas, diversificación de fuentes financieras y mecanismos de recuperación de costos se puede desarrollar como la base material necesaria (Grin, Abrucio, Lameirao y Hernández-Bonivento, 2023). La sinergia con alianzas público-privadas y fondos de innovación amplía el horizonte de recursos disponibles, potenciando la implementación tecnológica y el desarrollo de capacidades territoriales.

Conclusiones

Los hallazgos derivados de este artículo sobre información en asentamientos populares ponen de manifiesto una realidad apremiante. Más allá de un simple vacío técnico, la invisibilidad estadística se cristaliza como manifestación tangible de desigualdades estructurales que claman por intervenciones inmediatas. El análisis evidencia tres problemáticas medulares: la carencia sistemática de información confiable, la obsolescencia de los sistemas actuales frente a dinámicas territoriales informales, y la fragmentación institucional que obstaculiza la integración de datos (Fernández-Maldonado, 2019). Las ramificaciones de este fenómeno se sobreponen sobre múltiples estratos de la gestión urbana. Como consecuencia inmediata, afloran patrones de planificación urbana descontextualizada, políticas públicas desalineadas y la perpetuación de vulnerabilidades territoriales (Rodríguez & Sugranyes, 2017).

Tales deficiencias cristalizan en una provisión ineficiente de servicios básicos y la acentuación de brechas socio-espaciales (CEPAL, 2018). La construcción de un nuevo paradigma de información trasciende su dimensión técnica para convertirse en un pilar de una gestión urbana efectiva. Su alcance cataliza la visibilización de demandas territoriales, potencia capacidades de negociación y fundamenta reclamos colectivos. La cual permite conformar así un engranaje vital en la democratización de decisiones territoriales (CEPAL, 2019). La metamorfosis territorial acelerada, sumada a la exigencia de datos en tiempo real y la intensificación de riesgos ambientales, demanda sistemas que integren múltiples capas y escalas analíticas a lo largo del territorio (Bidou & Velázquez, 2020). Este escenario brinda un terreno fértil para la innovación en producción y gestión de información territorial, que brinde un horizonte propicio para la reinvención de sistemas informativos sobre asentamientos populares. La confluencia entre tecnologías accesibles, redes colaborativas robustas y una conciencia amplificada sobre derechos urbanos configura un momento histórico singular (Pírez, 2018). No obstante, persisten desafíos medulares en torno a la sostenibilidad sistémica, la articulación multiactoral y el fortalecimiento de capacidades locales.

El análisis en este artículo de experiencias acumuladas señala la necesidad de un abordaje multifacético que entrelace compromiso político sostenido, innovación metodológica, participación comunitaria y robustecimiento institucional. Esta transformación se inscribe en una búsqueda más amplia de justicia espacial y derecho ciudadano, donde la calidad informativa constituye la esencia para democratizar la gestión urbana (Carrión, 2013). La proyección hacia el futuro exige concebir sistemas informativos de nueva generación, calibrados para captar la complejidad de los asentamientos populares. Sus características definitorias deberán incluir la capacidad de amalgamar diversos saberes, adaptabilidad ante escenarios cambiantes y mecanismos efectivos de participación comunitaria en la gestión informativa territorial. Solo así se podrá trascender la invisibilidad estadística histórica y consolidar modelos de gestión urbana más democráticos (Zolezzi, 2015). Con todo ello en mente, el horizonte transformador de los sistemas de información en asentamientos populares encarnará un proceso de metamorfosis social y política eficaz. La generación de información territorial de calidad no solo optimiza la gestión urbana sino que representa un paso decisivo hacia el reconocimiento pleno de habitantes como ciudadanos activos en la construcción colectiva de la ciudad (Hardoy & Satterthwaite, 2014).

Escrito por Carlos Guardia
Geografo, urbanista e investigador

Revisado por Estefanie Quispe
Chief Executive Officer de i’mappin

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